lunes, 31 de enero de 2011

Los años sesenta: el último clásico contra Jabatos

                                                                        por Alberto Barrera-Enderle

Pocos aficionados regiomontanos en la actualidad saben o recuerdan que el original clásico regiomontano fue entre La Pandilla del Monterrey y los Jabatos de Nuevo León. En efecto, entre 1966 y 1969 la Sultana del Norte se estremeció cada vez que ambos equipos locales se enfrentaban en el Estadio Tecnológico (casa de ambas oncenas). A pesar de ser un equipo con menor edad que el Monterrey, los Jabatos consiguieron hacerse de un fuerte respaldo popular entre las clases medias y bajas del área metropolitana y en algunos municipios rurales lo que les permitió competir contra el equipo decano del futbol regiomontano, los Rayados del Monterrey. 


                Aunque ambas escuadras regias ya se habían enfrentado en la segunda división en los años cincuenta, la rivalidad creció desmedidamente cuando los Jabatos se coronaron en la segunda división en la temporada 1965-66. Así que a partir de la campaña 1966-67, la ciudad de Monterrey vivió su primer clásico en el futbol de primera división. En esa primera campaña empataron a dos y en la segunda vuelta el Monterrey ubicó a “La Piara Salvaje” con un contundente 3-0. La campaña 1967-68 fue muy mala para Monterrey y ello se reflejó en que ambos clásicos fueron ganados por el cuadro esmeralda: 4-2 y 3-0. Sin embargo, en la jornada 1 de la temporada 1968-69, Monterrey ganó 1-0 para emparejar las estadísticas del fraternal enfrentamiento. 



                Hoy nos trasladaremos en el tiempo hasta el sábado 3 de agosto de 1968 cuando se jugó el que sería el último clásico entre ambas oncenas regiomontanas y que a la postre sirvió para dejar el balance histórico a favor del Monterrey. Ese clásico se jugó en la jornada 16 de la mencionada temporada 1968-69 y ambas escuadras llegaron en muy mal momento: Jabatos llevaba 4 triunfos, 4 empates y 7 derrotas. Mientras que Monterrey llegaba al fraternal duelo con 6 triunfos, 3 empates y 6 derrotas. Sin embargo, los Rayados acumulaban 8 partidos sin ganar (5 de ellos fueron derrotas y las 3 últimas en fila), por lo que el técnico uruguayo del Monterrey, Roberto Scarone, sabía que era un partido de vida o muerte para La Pandilla. Jabatos, por su parte, venía de perder dos partidos consecutivos y se encontraba en los últimos lugares de la tabla y su afición confiaba en que venciendo al Monterrey obtendrían el ánimo necesario para despegar, ya que los clásicos siempre han sido revulsivos en el ánimo de los equipos. También Scarone declaró días antes del clásico que confiaba en el triunfo de los albiazules y que eso sirviera para que el equipo ligara una racha de triunfos como había sucedido al inicio del torneo cuando luego de vencer a Jabatos Monterrey ligó cuatro triunfos más en fila.
                                El técnico uruguayo Roberto Scarone


                En el transcurso de los días previos al partido, la afición de ambos equipos se volcó sobre las taquillas para no perderse tan apasionado encuentro. La directiva de Jabatos, al ser equipo que jugaría como local, tuvo que implementar medidas extras como coordinarse con las autoridades del municipio de Monterrey para garantizar un tráfico fluido, evitar desquicios en la vialidad y facilitar suficiente transporte público ya que el lleno estaba garantizado. En los entrenamientos previos los aficionados de ambos equipos acudieron a apoyar moralmente a sus jugadores y los entrenadores ocultaron sus estrategias a la prensa para no exhibir sus armas. Era un verdadero clásico y las declaraciones de los protagonistas ya eran comunes tal y como suceden ahora. Scarone, por ejemplo, garantizaba que el Monterrey saldría con el triunfo. Mientras que el técnico de Jabatos, Francisco Rodríguez, declaraba algo similar. Los editorialistas de la época no se atrevían a dar un favorito pues aunque el Monterrey llegaba con más puntos todo mundo estaba consciente de que en un clásico las estadísticas importan menos que el control y temple de los nervios. La moneda estaba en el aire.

                Sin embargo, las dudas de quién sería el ganador se despejaron casi inmediatamente después de las 20:45 horas en que comenzó el partido. El Monterrey dominó a sus anchas todo el partido gracias a la inspiración y gran talento de sus dos cracks: el peruano Claudio Lostaunau y el brasileño Ubirajara Chagas Tamega “Bira”, quienes dieron cátedra y borraron a los Jabatos que además contaron con muy mala suerte al anotar tres autogoles. Obviamente, estos fueron provocados por el asedio sin tregua de La Pandilla.

                                   El incomparable Claudio Lostaunau

                A los diez minutos del primer tiempo, “El arquitecto de la media cancha” (Lostaunau) lanzó en profundidad a Ubirajara quien desde afuera del área y como a unos 35 metros de distancia soltó un fogonazo esquinado que dejó sin posibilidad al arquero Mendoza. A los treinta minutos cayó el segundo luego de que el “Gallo” Jáuregui cobrara una falta con tremendo cañonazo que desvió el arquero esmeralda quedando la bola en el área donde se hizo la melé, la tomó Juanito González y cruzó tremendo disparo que el defensor Quintero intentó despejar sin éxito, consiguiendo solamente incrustar el balón en su propia meta; 2-0 ganaba ya La Pandilla que ejercía de visitante en el mismísimo estadio Tecnológico.

                          Ubirajara Chagas se despachó con dos goles

                Cuando faltaban dos minutos para el descanso, el brasileño del Monterrey, Nelson Fialho de Souza, cobró un tiro libre con mucho veneno. El jabato García Lomelí desvió con la cabeza pero con mala fortuna ya que la redonda terminó venciendo a su propio arquero para el 3-0. Vino el descanso obligatorio que no restó en nada la ambición de nuestros Rayados, quienes inmediatamente volvieron al ataque dando cátedra. Eran apenas tres minutos del segundo tiempo y Claudio Lostaunau volvió hacer de la suyas. El genial peruano, amo y señor del mediocampo, logró una perfecta combinación con Juanito González, éste cedió al “Indio” Cárdenas que de primera tocó a un Ubirajara completamente desmarcado, quien solo ante el arquero fusiló sin piedad para el 4-0. Veinticinco minutos más tarde vino el descuento de “La Piara Salvaje” de la mano de Aguilar quien remató un centro de Soto. Jabatos había logrado dominar unos minutos luego del ingreso del habilidoso Pedro Damián Álvarez (quien tiempo después lo haría con Monterrey) pero tuvo que conformarse con un solo gol. Ya cuando el partido agonizaba vino el quinto gol rayado y tercer autogol jabato, la fórmula fue similar: tiro libre cobrado por Nelson Fialho de Souza, desvío infructuoso del “Bobo” Rodríguez y el balón, adentro. Los Jabatos, como era su característica, no habían dejado de luchar, era un equipo de mucha garra, pero esa temporada les faltó el buen futbol, mismo que esa noche derrocharon en grandes cantidades Claudio Lostaunau, Juan González y Ubirajara Chagas.

                         Ubirajara Chagas anotando el 4-0

                  "Bira" celebrando eufórico su segundo gol de la noche

Terminaba el clásico con tremenda paliza rayada. La afición del Monterrey celebraba ruidosamente mientras que la afición del Nuevo León callaba y soportaba las burlas típicas de la hinchada rival. En el vestidor rayado, mientras tanto, todo era alegría. Roberto Scarone declaraba: “Resultó el asunto…los muchachos, todos, jugaron bien y éste como le dije es el principio de otra racha que nos hará recuperar el terreno perdido”[1].

Hugo Pineda y la defensa rayada ante los embates de Jabatos

La temporada siguió su curso y el Monterrey no consiguió mejorar del todo. Sólo tres triunfos en los restantes catorce partidos por cinco empates y seis derrotas sellaron el despido del célebre Scarone y el debut en el banquillo de Ignacio Jáuregui, poco a poco se abría una nueva era en la historia del Monterrey. Sin embargo, el asunto resultó aún peor para los Jabatos quienes siguieron de mal y de malas hasta el tener que jugar una liguilla por el no descenso, misma que perdieron ante el Oro y que los condenó al descenso. Desde entonces nunca más volvieron al máximo circuito y con ello han privado a la afición regiomontana de revivir el primero y original clásico regiomontano, mismo que aún vive en la memoria de los aficionados de la vieja guardia.

Aquel sábado 3 de agosto de 1968, los equipos regiomontanos alinearon así:

JABATOS: Mendoza; Javier García Lomelí, Alfredo Franco, Vicente Álvarez y Quintero; Arturo “Chongas” Herrera (Pedro Damián Álvarez 46’), “Bobo” Rodríguez, Soto, Dámaso Pérez (Leopoldo Barba 70’), José Álvarez Crespo y Aguilar. D. T. Francisco Rodríguez.

MONTERREY: Hugo Pineda; Pedro Martínez, Javier Bazán, Nelson Fialho de Souza e Ignacio Jáuregui; Claudio Lostaunau, Erubiel Valdés, Roberto Cárdenas; Juan González, Ubirajara Chagas y Francisco Avilán (Ricardo Escamilla 75’). D.T. Roberto Scarone



[1] El Porvenir, domingo 4 de agosto de 1968.

jueves, 20 de enero de 2011

Los años setenta: aquella bronca contra el Jalisco en la que Bertocchi terminó como portero

                                                                                                              por Alberto Barrera-Enderle

Mucha gente cree que para que un equipo sea recordado requiere de títulos y no siempre es así. El Monterrey tardó 41 años en poder alzar una copa y sin embargo, en esas décadas carentes de títulos se escribieron muchas batallas épicas, innumerables momentos tanto de glorias como de sinsabores cuyo mayor triunfo fue algo muy importante: volver del futbol soccer un deporte aceptado y querido en la Sultana del Norte. Hoy nos vamos a transportar en el tiempo hasta 1974 para recordar un partido memorable que aún permanece en la memoria de los aficionados rayados de antaño, un partido de aquellos años setenta en que el Monterrey jugaba como local en el Estadio Universitario y practicaba un futbol netamente ofensivo.

                                                              Monterrey 1974-75
               
             El Monterrey de la temporada 1974-75 ha sido el más ofensivo en la historia del equipo. La Pandilla venía de haber terminado segundo general y de ser eliminado increíblemente en semifinales ante el Atlético Español en la temporada 1973-74. La dirigencia rayada estaba obsesionada con el título así que al ya equipazo de 1973-74 se le reforzó aún más: regresó Alfredo “Alacrán” Jiménez y se contrató al extremo izquierdo y recientemente mundialista uruguayo en Alemania ’74: Rubén Romeo Corbo. La Pandilla tenía un verdadero trabuco, tanto así, que en ese momento la selección mexicana llegó a tener hasta 7 elementos de aquel Monterrey: José Ledezma, Gustavo “Halcón” Peña, Francisco Solís, Juan González, Luis Montoya, Alfredo Jiménez y Pedro Damián. Además de ellos, habría que agregar a otros elementos nacionales como Magdaleno Cano, Basilio Salazar, Vicente Álvarez, Javier Quintero y sobre todo, los 5 extranjeros, todos ellos verdaderos cracks de aquel futbol: los brasileños Guarací Barbosa (defensa central) y Milton Carlos (centro delantero) y los uruguayos: Francisco Bertocchi (mediocampista), Nilo Acuña (extremo derecho) y Rubén Romeo Corbo (extremo izquierdo).
                El sábado 14 de septiembre de 1974, a las 17 horas, el Monterrey recibió a los Gallos del Jalisco para jugar el partido correspondiente a la jornada 8 de la mencionada temporada 1974-75. Rayados venía de conseguir tres empates (ante Tigres, UdeG y Curtidores), tres triunfos (ante Toluca, Atlante y Puebla) y sólo una derrota (ante América) pero los triunfos fueron entre las jornadas 2 y 4 por lo que La Pandilla ya acumulaba 3 partidos sin ganar. La victoria era urgente para recuperar la confianza.
La afición, poco más de 40 mil aficionados, asistieron al Universitario con la expectativa de ver aquel Monterrey muy ofensivo dirigido por el Gallo Jáuregui y La Pandilla no los defraudó. Apenas iniciado el partido y el equipo albiazul se dejó ir con todo sobre la portería defendida por el argentino Ricardo Romera. Antes del minuto 20, Corbo, el “Huesos” Montoya y “Alacrán” Jiménez ya habían inquietado la portería del Jalisco y en el minuto 25 vino un desborde por la derecha: Nilo cedió a Montoya quien desbordó por el extremo derecho y lanzó hasta el otro lado del área por donde apareció a toda velocidad Rubén Romeo Corbo quien se alzó para rematar potentemente de cabeza y poner el 1-0 para la alegría del público. Ya desde entonces el arquero Romera intercambió algunas palabras con Corbo, típicos roces entre argentinos y uruguayos.

                                                Corbo anotando el primero
                                                          
No contento con el gol, el Monterrey siguió atacando y al minuto 31, Alacrán bajó un balón a la entrada del área y tocó a su derecha por donde entró el veloz Nilo Acuña quien fue derribado por un defensa jalisciense. El árbitro Mario Rubio decretó el penal. Vino a cobrarlo Luis “Huesos” Montoya quien lo cobró raso y potente a la izquierda del portero Romera, quien alcanzó a tocar el balón pero sin la suficiente fuerza para desviarlo. El balón entró a la cabaña pero fue tal la potencia que salió por un agujero que tenían las redes por uno de sus costados. Todo el estadio vio el gol y celebró. Lo mismo los jugadores del Monterrey e incluso los del Jalisco aceptaron con resignación. Sin embargo, en uno de los más grandes yerros arbitrales que se recuerden, Mario Rubio invalidó el gol y decretó saque de meta. ¡Increíble! Para empezar, si no hubiera sido gol debió marcar tiro de esquina y segundo, ni siquiera pidió el auxilio de su abanderado. Rubio se aferró en su decisión y exigió la reanudación del encuentro desde el saque de meta. Las protestas del Monterrey no se hicieron esperar. El capitán Gustavo “Halcón” Peña reclamó con todo, así como el resto del equipo. Incluso hasta el presidente y vicepresidente del Monterrey entraron a reclamar.

                                                      La jugada de la polémica
La pésima decisión de Rubio desató una de las peores broncas que se recuerden en la historia del futbol mexicano. Los ánimos quedaron caldeados y apenas se reanudó el partido y Victorino recibió una falta por el rayado Ricardo Díaz. Fue entonces que el arquero Romera se lanzó con todo para intentar golpear a Corbo e inició así la tremenda bronca. El portero rayado, Ledezma, recibió la roja también por reclamar y Alcindo, el delantero brasileño del Jalisco, comenzó a liarse a golpes con el portero suplente del Monterrey, Javier “Loco” Quintero, quien entró al campo repartiendo golpes contra los jugadores del Jalisco. Una verdadera bronca que tardó 15 minutos en ser apaciguada dejó el mayor saldo de expulsados en la historia del futbol: 23 jugadores de ambos equipos expulsados. De los 22 que estaban en la cancha se fueron Romera y Alcindo por el Jalisco mientras que por el Monterrey se fue el portero José “Chango” Ledezma. El resto de los expulsados fueron todos los miembros de las dos bancas, incluyendo médicos, masajistas, entrenadores y porteros suplentes. De esta manera, ambos equipos se quedaron sin porteros.

                                              Todos contra todos se dieron duro

El partido siguió y aunque el Monterrey tenía ventaja numérica, el resultado pendía de un hilo pues ambos equipos tuvieron que improvisar jugadores de campo en la portería: por el Jalisco se puso de portero Raúl “Cora” Isiordia (y más tarde fue sustituido por el ex cruz azulino Juan Manuel Alejándrez) y por el Monterrey se puso Francisco “Vikingo” Bertocchi y lo hizo bastante bien. El público admiró los 5 lances que tuvo que hacer Bertocchi durante el partido. El mismo Bertocchi aseguró al final del encuentro que nunca había portereado, que su única experiencia bajo los tres palos blancos se limitaba a las “cascaritas” que hacían en los entrenamientos. Sin embargo esa tarde lo hizo de gran manera y con solvencia resolvió lo poco que le llegó.

                                                    Francisco "Tano" Bertocchi

Mientras Bertocchi se debatía en la portería, sus compañeros (con todo y un “Huesos” Montoya lesionado) seguían atacando. Al minuto 4 del segundo tiempo, Nilo Acuña cobró un tiro libre muy cerrado que el “Cora” Isiordia no pudo sujetar y cayó así el 2-0. La Pandilla siguió atacando y sobreponiéndose a las pésimas decisiones arbitrales que permitieron que el Jalisco tirara cuanta leña quisiera a las piernas de Nilo Acuña y del “Pato” Corbo y que la afición reprochaba gritando a coro: “ratero, ratero”. Ocho minutos después del segundo gol, el mismo Nilo volvió a desbordar por el lado derecho, centró y nuevamente apareció la figura de Corbo quien anotó el 3-0 definitivo. El resto del partido fue una fiesta para la afición. Así terminó aquel partido memorable que por una decisión arbitral provocó una tremenda bronca que pudo haber tenido peores consecuencias. A pesar de ello, la afición rayada nunca olvidará aquel partido en el que Monterrey se impuso no sólo al Jalisco sino al árbitro también y tampoco la afición podrá olvidar que aquella tarde sus tres uruguayos dieron un partido memorable: Corbo anotando dos goles; Nilo, anotando uno y dando el pase para el otro; y Bertocchi, luciendo en la portería por única vez en su paso por La Pandilla del Monterrey.
Así alinearon los equipos:
MONTERREY: José Ledezma; Magdaleno Cano, Guarací Barbosa, Gustavo Peña, Ricardo Díaz; Juan González, Francisco Bertocchi, Luis Montoya; Nilo Acuña, Alfredo “Alacrán” Jiménez y Rubén Romeo Corbo. D. T. Ignacio “Gallo” Jáuregui
JALISCO: Ricardo Romera; Mario Castro, Roberto Díaz, Leal y Barba; Juan Manuel Alejándrez, Guillermo “Didí” González, Victorino, Raúl “Cora” Isiordia, Alcindo Martha da Freitas y Braulio Castro. D.T. Vladislao Cap.